A veces lo que más esperábamos nos llega, pero no como lo habíamos imaginado.
Nos llega la felicidad de una forma enrevesada y dolorosa, pero aún así, somos felices.
Lo que nadie jamás nos ha dicho es que cuando encontramos al amor de nuestra vida, hay que renunciar a él. Hay cosas imposibles, y ésta es una de ellas.
La persona perfecta para nosotros siempre será un imposible, algo inalcanzable, y que cuanto más alarguemos la espera de aceptar la realidad y alejarnos, peor será, porque estaremos más aferrados a ese amor imposible, a nuestra máxima felicidad, y cuando queramos darnos cuenta, será tan tarde que ya los dos nos hayamos destrozado hasta el punto de estar muertos por dentro.