Apoyada en tu pecho, levanto la vista y te miro.
Aun duermes, y contigo duerme la fiera que llevas dentro.
Sueles elevarme hasta el infinito, haces que toque el cielo con la yema de los dedos, pero a veces salen palabras de tu boca que no parecen tuyas, cambias de personalidad en cuestión de segundos, y me trastocas.
Te conviertes en un verdadero monstruo, en el tipo de persona que yo tanto odio.
Pero luego vuelves en ti, y te das cuenta de tu error, y me arropas entre mil besos pidiendo disculpas, y con ello caigo de nuevo en esa fosa de la cual aun no se como salir., que me tiene presa entre el amor y el odio.
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