domingo, 9 de diciembre de 2012

Primero con la cabeza, luego con el corazón.

A veces la ira puede más que nuestra moral, que nuestros pensamientos reales. 
A veces nos puede el hecho de sentirnos engañados, de sentirnos traicionados, o simplemente de sentirnos tentados de actuar como animales dejándose llevar por el sexo, pero si nos dejamos llevar por nuestro lado animal, no podremos detectar lo mal que lo hacen los demás, y acabaremos siendo peor que ellos, siendo simples fieras buscando carne de la cual comer y con la cual saciarse.
El ser humano desde siempre ha sido un ser racional, ¿por qué dejarse llevar por los instintos animales si lo que nos diferencia de éstos es lo que nos define y nos hace resaltar del resto? 
Primero con la cabeza, y luego con el corazón, esa es mi única y más preciada ley.

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