La vida consta de eso, de casualidades inimaginables.
No se sabe lo que ocurrirá, no se sabe como terminará ni como empezará nada, pero cuando ocurre, suele asustarnos.
Hay que caminar solos, acostumbrarnos a estar solos, y aprender que la gente viene y va, a pesar de que les cojamos cariño o les lleguemos a querer con toda nuestra alma.
Cuando aprendemos esa lección, podremos empezar a ser realmente felices.
El simple hecho de pasear bajo la lluvia, de sentir el viento en la cara, el cantar en la ducha o en tu cuarto, el bailar como solo bailamos cuando estamos solos...Eso nos define como personas, y no las otras personas que pasan a lo largo de nuestra vida. Hay gente que nos cambia a bien, hay gente que nos cambia a mal, pero si se van, y siguen su camino, no serían tan imprescindibles en nuestras vidas.
-Carpe Diem-.
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