lunes, 23 de julio de 2012

No vale la pena, pequeña.

Ella no era perfecta ni mucho menos, pero su mirada cautivaba.
Miraba la vida de una forma especial, como el empeño que le ponen los niños a las cosas que desconocen, esa curiosidad que con los años se pierde, pero ella la conservaba como el primer día.
Su problema fue el conocerle. Le marcó tanto esa persona que a pesar de haber pasado mucho tiempo y de no quererle ya, seguía dándole vueltas cada noche a qué es lo que falló, qué fue lo que hizo que todo acabase como acabó.
Pero ella lo que aún no ha llegado a comprender es que hay cosas que no tienen explicación, y que por mucho empeño que le pongas, el resultado siempre será el mismo, porque sí, porque tenía que acabar así y punto.

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