jueves, 14 de junio de 2012

Una cosa por otra.

A veces merece la pena estar dos días en una nube, flotando sobre la inmensidad, para luego estar quince en el mismísimo infierno. 
Porque no importa lo mal que podamos estar luego si hemos estado antes con esa persona, que consigue que se te muevan maripositas en el estómago, y que con solo verle reír tú ya estás feliz.
Porque el amor consta de eso, de un día bueno y cinco malos, pero ese solo día bueno aguanta unos veinte malos, porque somos así, somos así de tontos cuando nos enamoramos.

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