Conoces gente que va y viene, pero pasaron por tu vida por alguna razón.
La gente te cambia, te moldea, te da experiencias, te dan alegrías, te dan amarguras, pero al fin y al cabo, te forman como persona, y te ayudan a ser como eres.
El hecho de dónde vivas también implica mucho, al igual que tu familia.
Por eso no me importa marcharme, porque sé que aún me queda mucho por aprender, y mucho por conocer. Me quedan aún muchas lecciones que aprender, y muchos palos que llevarme.
Me quedan miles de personas por conocer, y que me moldeen, y moldearlos yo, me queda tanto por vivir aún que ni me planteo la pena que da el marcharse de un lugar. Porque, al fin y al cabo, somos como el aire, y siempre se puede volver al punto de partida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario