Y cuando te das cuenta, aparece.
Y piensas en lo pasado, y no le das importancia, como si nunca hubiera existido nada antes que él en tu vida.
Y piensas en todo el tiempo que has estado sin él, y no eres capaz de asimilar como has estado tanto tiempo sin sentir sus labios, pues ahora sin él no eres nada.
Y eres feliz, a pesar del miedo a perderle, eres feliz solo con verle sonreír, con verle hablar, ...
Y aunque sabes que el trayecto puede ser difícil, no dudas ni un segundo en ponerte a andar a su lado hasta el fin del mundo.
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