La veo perdida por las calles, vagando sin rumbo fijo, con la mirada perdida en los ojos de la gente, mirando asombrada las formas de los edificios, buscando algo que le haga volver a soñar, volver a ilusionarse...
Y anda perdida, sin saber por dónde va, sin saber a lo que atenerse, pero sus ojos no delatan miedo, si no desesperación. desesperación por no encontrar lo que anda buscando.
unos dicen que busca amor, otros dicen que es soledad, ...
Pero nadie sabe que lo que en realidad busca es lo que un día tuvo y que por tonta lo perdió.
Busca sensaciones perdidas, sensaciones que llegan al alma y jamás se van. Busca volver a sentir tal desmesurado amor que un día experimentó, y que cuando quiso darse cuenta se había esfumado.
Y lo que ella no sabe es que da igual que consiga volver a sentir lo mismo, porque no siempre el amor es correspondido, y menos con el ímpetu y fuerza con la que ella lo siente.
Porque ella es única y especial. Única, como todos, pero especial como nadie.
Nadie jamás llegará a entenderla, pero tampoco es problema, ni si quiera ella misma se entiende.
Le gusta mirar las caras de asombro de la gente al no entenderla, al ver que no actúa como las demás.
Y sobretodo le gusta ser ella misma, ir de aquí para allá, y ser esclava únicamente del viento.
Y por eso ahora la miramos y la vemos como una flor marchita.
Porque ahora ella está encadenada. No por obligación, si no porque ella quiere, porque en el amor nadie manda, y aunque su cuento de hadas no sea tan radiante como los demás, al menos sabe que durante unos instantes es infinitamente feliz.
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